Para los padres:
Hoy tenemos ante nosotros un tema central para todo cristiano y que, sin embargo, se puede convertir en uno de los grandes olvidados: la ORACIÓN.
Os animamos a los mayores, junto a vuestros hijos, a que cojáis un trozo de una pasta moldeable (plastilina, arcilla, …) y la vayáis moldeando en silencio durante un minuto sobre vuestras manos. ¿Qué sentís? ¿Qué le ocurre a la plastilina? Claro, va transformándose con nuestras manos en aquello que queremos crear. Lo mismo ocurre con la oración, que nos ayuda en esta tarea. Así hace Jesús con nosotros y, al mismo tiempo, lo hizo Dios con Jesús. Sí, porque Jesús rezaba cada día. Buscaba el silencio para hablar con Dios: al amanecer, de noche, en los momentos importantes del día. La última noche de su vida, antes de morir, la pasó orando al Padre en el Huerto de los Olivos. Y nosotros, ¿qué tiempo le dejamos a Dios para hablar con Él y que nos hable?
Santa Teresa de Jesús fue una mujer de oración. Entre sus célebres frases encontramos:
No es otra cosa oración sino tratar de amistad con quien sabemos nos ama
Vida 8, 5.
También decía:
Mírale porque Él te mira.
Libro de la Vida 13, 22.
Tanto Jesús como Santa Teresa dedicaban tiempo a orar: hablaban con Dios, pero, sobre todo, le escuchaban para, así, seguir sus caminos y hacer la voluntad del Padre. ¿Me empeño en hacer mi voluntad o escucho a Dios y dejo que, como la plastilina o arcilla, me vaya moldeando para construir su Reino?
Para los niños:
Hoy tenemos un tema muy especial en el que os sugerimos preparéis el lugar en el que vais a estar este ratito de catequesis. Todos los días empezamos la catequesis rezando, pero hoy de manera si cabe más cuidadosa. Por ello, os animamos a que pintéis la cruz (mandala) como vosotros queráis y la pongáis junto a una vela y una Biblia (si la tenéis).

¿Sabéis? Cuando oramos, escuchamos la Palabra de Dios y pedimos a Dios que nos ayude a ponerla en práctica. Durante la oración damos gracias a Dios y también pedimos por los demás y por nosotros. Y, ¿sabéis con qué oración nos enseñó Jesús a orar? Tenéis la respuesta en el siguiento vídeo:
La oración del Padrenuestro comprende todo el Evangelio, la Buena Noticia de la que hablábamos hace unos días. ¡Fijaos si es importante! Por eso, os animamos a que todos los días dediquéis un ratito para estar con Dios, hablar con Él, contadle aquello que os preocupa, vuestras alegrías, dadle gracias y, sobre todo, escuchadle porque eso es orar y porque si no, os puede pasar como le ocurrió a la araña distraída:
LA ARAÑA DISTRAÍDA
Una hermosa mañana de septiembre, algunos hilos de araña flotaban en el aire. Venían de lejos e iban lejos.
Uno de ellos aterrizó en lo alto de un árbol y el aeronauta, una gran araña de colores, abandonó su ligera nave y fue a las hojas. No le pareció adecuado el lugar. Descendió, pues, hasta un gran seto espinoso. Aquí había ramas y tallos en abundancia para hacer su tela. Y la araña se puso inmediatamente a la labor, de modo que el hilo por el que había bajado sostuviese la parte superior de su trabajo.
Hilo a hilo, nudo tras nudo, la tela se hizo bellísima. Moscas y mosquitos caían allí en abundancia. Con el rocío de la mañana, los hilos parecían collares de brillantes. La araña se sentía orgullosa de su obra maestra. Trabajaba en ella desde la salida del sol hasta la noche; se había hecho toda una señora, fuerte y robusta. Poseía la telaraña más hermosa y rentable de todo el bosque.
Pero un día se despertó de mal humor, o quizá se levantó de la cama con las cuatro patas al revés. Dio una vuelta por su tela buscando algún mosquito que desayunar y no encontró nada. La noche anterior había helado; lo cual aumentó su mal humor. En el aire no quedaba ni una mosca. Inspeccionó la tela para hacer tiempo, estiró algún que otro hilo dado de sí y, gira que te gira, terminó por ver un hilo extraño, que a primera vista quedaba suelto.
Parecía que iba hacia las nubes. Cuanto más lo miraba, más nerviosa se ponía.
“¡Vete tú a saber”, pensó, “si por ese hilo no vienen algunas listillas y se comen mis presas!”. “Es un hilo inútil que no sirve para nada”, decía para sus adentros.
Y con un golpe seco de sus robustas mandíbulas lo cortó.
Toda la tela se le vino abajo, como un ligero paño húmedo, y la envolvió por completo. Demasiado tarde se acordó la pobre de que, un sereno día de septiembre, había bajado por él y lo útil que le había sido, precisamente aquel hilo perdido, para tejer y agrandar su telaraña.
Claro, es que la oración es como el hilo de la araña, ese del que un día se olvidó y lo cortó, y le apartó de donde había venido y a donde tenía que volver. Se distrajo con muchísimas actividades y se olvidó de lo más importante, su unión con Dios a través de la oración.
¿Me pasa a mí como a la araña distraída o, por el contrario, dejo un hueco para hablar y escuchar a Dios, para orar?
Para ir terminando esta catequesis, os sugerimos que cojáis unos trozos de lana que tengáis por casa, trenzáis la parte de arriba de las lanas con la ayuda de los mayores y, en cada hilo de lana, pegáis una frase del Padrenuestro mientras lo rezáis para que siempre recordéis que ese hilo es la oración para llegar a Dios y que Él te espera siempre porque te ama.
Una respuesta a “Tema 16: Jesús ora y cumple la voluntad de su Padre (14 de febrero)”
Soy aylin pues me considero como la araña distraída pero aveces suelo hablar con Dios
Pondré más de mi parte para hablar con Dios mas seguido